martes, 16 de marzo de 2010

CASOS DEL CORAZÓN

Mi mujer se cree pitonisa

SANTIAGO (44, La Victoria).- Mi esposa siempre ha sido un poco mística, le encanta poner velas e incienso en la casa, es de las que cree en las supersticiones, en los brujos y los que leen las manos, las cartas y la hoja de coca.

Yo nunca he hecho caso de sus creencias porque o me molestaban, salvo cundo me hacía la pelea porque uno de sus brujos le decía que le estaba siendo infiel, cuando en realidad no era así. Clara es de la que todos los días lee su horóscopo y cree ciegamente en lo que dice su signo. Lamentablemente, cuando le sale algo malo ese día no quiere salir ni de la cama. Tiene unas plantas que alejan la mala suerte, pone cosas chinas que atraen la buena vibra y todas las semanas dice que “limpia” la casa con inciensos para espantar las envidias. A mi me dan risa algunas de sus cosas pero en ocasiones mortifica a nuestros hijos, pues se le ocurre darle baños de limpieza y de buena suerte con hierbas que a mis hijos no les gusta.

Pero lo peor de todo, doctora, es que después de ir a unos talleres ahora dice que ya sabe leer las cartas y me ha casi obligado a que me deje leer la suerte y me sale con la chifladura que ve otra mujer y niños en mi camino. Se le ha metido la idea de que tengo otra mujer con hijos y anda toda molesta, al punto que ni me dirige la palabra.

Sinceramente no sé qué hacer, pues Clara anda sugestionada con sus brujerías que de un tiempo a esta parte nos hemos empezado a pelear y ella está segura de que le soy infiel. La verdad es que no sé cómo actuar y convencer a Clara de que su lectura del tarot está lejos de la realizad y de que le soy completamente fiel.

CONSEJO: Lo primero es hablar con tu esposa, reiterarle tu fidelidad y decirle que no sólo está equivocada, sino que su obsesión por saber el futuro la está llevando a arruinar el matrimonio. Hazle ver que también perjudica la relación entre ella y sus hijos. ¡Suerte!

CASOS DEL CORAZÓN

No quiere nada con mis hijos
FERNANDO (42, Magdalena).- Después de seis años de enviudar y preocuparme de lleno en que a mis hijos no les falte nada y ayudarlos a superar la repentina muerte de su madre, volví a encontrar el amor.
Fue al conocer a Rebeca que sentí que mi vida cambiaba. Después de muchos años mi corazón volvía a latir rápidamente y a sentir ese cosquilleo en el estómago, al igual que con mi difunta esposa. Empecé a salir con ella y finalmente entablamos una relación sentimental. Rebeca sabía que era viudo y que tenía dos hijos menores y que en algún momento tendría que conocerlos, pues mis planes con ella eran a futuro.
Sin embargo, doctora, al año de estar juntos le dije que era tiempo de que conociera a mi familia para que los chicos poco a poco se fueran acostumbrando a su presencia y lo que hizo Rebeca fuer aplazar ese encuentro.
Siempre buscó pretextos para conocer a los chicos y yo dejé pasar el tiempo para no presionarla y no perjudicar la relación.
Pero ya pasaron dos años desde que estamos juntos y Rebeca seguía dándole largas al encuentro con mis hijos, hasta que decidí darle un ultimátum diciéndole si en realidad quería comprometerse en serio conmigo y hacer una vida juntos.
Pensé que con ese ultimátum se decidiría a conocer a mi familia, pero su respuesta me sorprendió y me decepcionó. Me dijo que estaba dispuesta a conocer a mi hijos pero que no tenía la menor intención de vivir con ellos y de criarlos y que para ser felices bien podría llevarlos a vivir con mis padres o mis suegros y que sólo fueran a visitarnos.
No sabe el dolor que me causaron sus palabras, doctora. Obviamente la relación acabó ahí, pero confieso que sigo amándola y extrañándola.
CONSEJO: Lo mejor que hiciste fue dejarla. Tus hijos son primero y aún así ames a la tal Rebeca, ella no te ama igual. Recuerda que amor es sacrificio y si realmente te quisiera también querría a tus hijos.